El sacerdote e historiador ofrece una primera reflexión sobre el nuevo papa, quien -dice- asume el cargo con un mensaje centrado en la fraternidad, la cohesión y la renovación pastoral. «León XIV se dice consciente de ser el custodio de la memoria eclesial (el rico patrimonio) y de la iniciativa misionera de mirar más allá para saber afrontar los interrogantes, las inquietudes y los desafíos de hoy»  

León XIV llega al solio pontificio con una memoria histórica que le es propia, que se puede investigar y de la cual se pueden deducir rasgos personales y posibles estrategias pastorales. Sin embargo, no se puede perder de vista que, siendo la misma persona, el peso específico del cardenal Prevost no se puede comparar con la representatividad del papa León XIV que acaba de inaugurar su ministerio de obispo de Roma y sucesor de Pedro.   

Por ésta y otras razones, sería inadecuado comenzar estas líneas sobre el inicio del pontificado de León XIV haciendo comparaciones de cualquier tipo. Por otra parte, la homilía del inicio del ministerio de un nuevo obispo de la sede romana últimamente ha sido considerada de particular importancia, al punto de llegar a ser percibida como un programa de gobierno. He ahí el motivo por el cual las líneas que siguen se referirán al texto leído por el nuevo pontífice el domingo 18 de mayo.

No se tratará de una reflexión teológico pastoral, sino de una exposición coherente (esperamos) de datos que podrían ser útiles para delinear una imagen posible del nuevo sucesor de Pedro.

 

Inmediatamente después de su elección, en el balcón de las Bendiciones, el obispo de Roma ofreció una serie de signos que podrían develar su comprensión del ministerio petrino. Aun así, sería prudente esperar un tiempo suficiente para recoger e interpretar un número necesario de gestos, imágenes, formas discursivas, datos de interacción personal y de oficio […] que irán construyendo el entorno simbólico del papa al punto de permanecer, explicita o implícitamente, por un período cualitativamente representativo y convertirse en un vehículo de magisterio eclesial.  

Por ejemplo, si el llamado por la paz en la logia central de la basílica de san Pedro, el 8 de mayo, no hubiese encontrado eco en la eucaristía del inicio del pontificado, el domingo 18 habría perdido su carácter de símbolo anticipador de significado pastoral, en vista a los años por venir y a la construcción de la mística del obispo líder y pastor de una iglesia “cuya verdadera autoridad es la caridad de Cristo” (p. 11).

En la plaza San Pedro, León XIV presentó ante la Iglesia los elementos principales que definen la misión pastoral dada por el Resucitado tanto al apóstol Pedro como a sus sucesores. En un primer momento, el papa atribuye a los cardenales reunidos en cónclave el deseo de elegir un nuevo obispo de Roma que fuera “capaz de custodiar el rico patrimonio de la fe cristiana y, al mismo tiempo, de mirar más allá para saber afrontar los interrogantes, las inquietudes y los desafíos de hoy” (p. 5).

En una acción simultánea, León XIV se dice consciente de ser el custodio de la memoria eclesial (el rico patrimonio) y de la iniciativa misionera de “mirar más allá para saber afrontar los interrogantes, las inquietudes y los desafíos de hoy”.  

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En consecuencia, el pontífice, a nivel discursivo, considera (al menos hasta el 18 de mayo pasado), que la duda, la preocupación intranquila y los retos están “más allá” (fuera de la iglesia). Sin embargo, suponer que también está consciente de la existencia de dichas situaciones al interior del grupo de los discípulos resulta factible (para sosiego de todos). 

Así, pues, tanto los seguidores del Redivivo reunidos en iglesia como aquellos seres humanos que no lo conocen aún se hacen susceptibles del ministerio del obispo de Roma. 

La mención, en el mismo párrafo, de la única melodía experimentada por los cardenales en cónclave, fruto de la armonía alcanzada por las cuerdas de todos los instrumentos, suscita curiosidad y sugiere varias interpretaciones de lo sucedido durante la votación que, al menos por ahora, deben permanecer entre las incógnitas no sustanciales.

Además, León XIV se presentó ante los suyos  como “un hermano- siervo” de la fe del pueblo de Dios que camina junto a él (el pueblo) por los senderos del amor de Dios Padre que le impulsa a “amar aun más” (como a Pedro) hasta ofrecer la vida por ellos (p. 10).

Más allá del sentido poético, las palabras del papa parecerían ser testimonio de la disponibilidad sincera y consciente de un obispo romano que inicia su ministerio. Después de todo, quien no le agrada a los poderosos del mundo sabe que puede perder hasta lo que más ama.

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Por otra parte, el papa declara ante la Iglesia, sin mayor reparo, que su misión (de la iglesia) también consiste en “pescar” la humanidad “de las aguas del mal y de la muerte”, para que todos puedan reunirse en el abrazo de Dios Padre (pp. 8-9). En primer lugar, la metáfora podría parecer no muy feliz a la cultura occidental. Aun así, hace presente el mandato del Maestro que envía a los suyos con la misión de hacer discípulos. 

En segundo lugar, el texto de la homilía papal, que no puede ser un enquiridion teológico, permite echar de menos la eclesiología del Vaticano II que, seguramente, nutre el espíritu y el ánimo pastoral de León XIV.

Por último, para calmar los espíritus intranquilos, León XIV explica personalmente el asunto de la pesca:No se trata nunca de atrapar a los demás con el sometimiento, con la propaganda religiosa o con los medios del poder, sino que se trata siempre y solamente de amar como lo hizo Jesús” (p. 11).

Más adelante, después de un párrafo que describe todas las miserias de nuestro siglo, que se presentan como retos para la iglesia (p. 14), León XIV concluye su homilía de la siguiente manera: “Hermanos y hermanas, quisiera que este fuera nuestro primer gran deseouna Iglesia unida, signo de unidad y comunión que se convierta en fermento para un mundo reconciliado”.

In illo uno unum

♦Texto: P. Carlos Rodríguez Souquet. Profesor investigador del Instituto de Investigaciones Históricas UCAB/Fotos: Vatican News 


[1] Por ejemplo: Papa Leone si racconta, en: https://www.youtube.com/watch?v=4heuEm9wqtM 

[2] A este punto, resulta interesante la declaración del Prepósito General de la Compañía de Jesús algunos días ante del cónclave: el elegido no será sucesor de Francisco, sino de Pedro.

[3] 11: párrafo 11.

[4] Al respecto, León XIV también afirmó su intención de no ser un líder solitario ni un jefe que está por encima de los demás: Misa inaugural, párrafo 11. Esta conciencia lo protegerá del riesgo público de una decadencia precipitada y lamentable. En momentos en los cuales el populismo político promueve la imagen del jefe que decide por todos, que asume la responsabilidad individualmente  y que, supuestamente, lo hace casi siempre bien, la comunión y la sinodalidad vienen en ayuda de la iglesia y del pastor romano. De este modo, se gestionarán, pues, el pluralismo de las opiniones, así como los desencuentros de los hermanos sin postergar eternamente una decisión, pero concediendo el tiempo suficiente a la caridad.

[5] A cada uno su manera de expresarse.  Por ejemplo, mientras que Leonardo da Vinci aludía, Miguel Ángel afirmaba con estruendo. Leonardo susurraba y Miguel Ángel gritaba. Este último jamás hubiera podido ser invitado de Francisco I de Francia en Amboise. Comentario éste para suavizar los argumentos.

[6] Esas son pruebas de cierta decadencia social y del fracaso de un tipo de política populista. Ojalá aprendamos la lección.